AUTORES Y AUTORAS:

Este blog es elaborado día a día por los alumnos y alumnas y la maestra del aula de 4º del C.E.I.P. "LA BIZNAGA"

viernes, 24 de mayo de 2013

EL SAPO Y LA ROSA



CUENTO PARA PENSAR: EL SAPO Y LA ROSA

            En un hermoso jardín de una antigua vivienda situada a las afueras de la ciudad, florecía una bellísima rosa. Nadie la cortaba porque a su lado estaba un sapo grande, gordo y feo.

            La rosa, enojada, le miraba con asco. No le parecía bien que aquel ser que croaba, la mirara con grandes ojos saltones, hecho que provocaba que las personas se retiraran de allí. No comprendía cómo ese ser podía estar a su vera. Ella que era tan bonita, con sus pétalos aterciopelados, su rica fragancia y su esbelta figura no merecía aquel compañero tan vulgar.



Un día, muy enfadada, la rosa le dijo al sapo:

-         ¿Por qué no te alejas de mí?

El sapo, muy triste y apenado intentó contestar a la rosa que inmediatamente alzó su corola y no permitió que el tímido sapo le diera sus explicaciones.

            Se alejó totalmente hundido y mientras se marchaba no podía entender por qué la rosa, junto a la que había estado todo ese tiempo, se enojaba tanto con él y le apartara, sólo porque no le gustara su aspecto.



            Pasaron algunas semanas y el sapo decidió dar una segunda oportunidad a la rosa. Pasó de nuevo por la calle donde se situaba aquella vieja mansión y vio, desde la verja, a la rosa algo mustia y con menos color y brillo del que solía tener.

El bonachón del sapo, algo apenado por ver así a su amiga le croó desde la verja:

-         Rosa, ¿qué te ocurre? ¿quieres que vuelva para quedarme junto a tu tallo?

La rosa, algo menos altiva que otras veces, le contestó rápidamente:

-         Ya te dije que mi belleza merece mejor compañero que tú. Eres un sapo, ¿qué te crees?

Una vez más el triste anfibio decidió seguir su camino y elegir otro lugar donde pudiera seguir alimentándose lejos de su amiga la rosa. Al sapo le encantaban los escarabajos, hormigas, ciempiés, lombrices y toda clase de insectos y era muy buen cazador así que no tendría problema para buscarse un nuevo jardín donde vivir.



            Pero pasado un mes, el sapo, que era un buen amigo, decidió volver a visitar a su amiga la rosa y darle una tercera oportunidad. Tal y como se iba acercando al jardín de la antigua casa, se quedó boquiabierto: los pétalos de la rosa se habían marchitado por completo. Muy preocupado le preguntó qué había ocurrido y la rosa, totalmente abatida le contestó: “Las hormigas me comen día y noche”. A lo que el sapo le contestó: “Cuando yo estaba a tu lado no las dejaba. Me las comía yo y por eso lucías tan hermosa”

jueves, 23 de mayo de 2013

EL PINGÜINO Y EL CANGURO

CUENTO PARA PENSAR: EL PINGÜINO Y EL CANGURO


Había una vez un canguro que era un auténtico campeón de las carreras, pero al que el éxito había vuelto vanidoso, burlón y antipático. La principal víctima de sus burlas era un pequeño pingüino, al que su andar lento y torpón impedía siquiera acabar las carreras.


Un día el zorro, el encargado de organizarlas, publicó en todas partes que su favorito para la siguiente carrera era el pobre pingüino. Todos pensaban que era una broma, pero aún así el vanidoso canguro se enfadó muchísimo, y sus burlas contra el pingüino se intensificaron. Éste no quería participar, pero era costumbre que todos lo hicieran, así que el día de la carrera se unió al grupo que siguió al zorro hasta el lugar de inicio. El zorro los guió montaña arriba durante un buen rato, siempre con las mofas sobre el pingüino, sobre que si bajaría rondando o resbalando sobre su barriga...


Pero cuando llegaron a la cima, todos callaron. La cima de la montaña era un cráter que había rellenado un gran lago. Entonces el zorro dio la señal de salida diciendo: "La carrera es cruzar hasta el otro lado". El pingüino, emocionado, corrió torpemente a la orilla, pero una vez en el agua, su velocidad era insuperable, y ganó con una gran diferencia, mientras el canguro apenas consiguió llegar a la otra orilla, lloroso, humillado y medio ahogado. Y aunque parecía que el pingüino le esperaba para devolverle las burlas, éste había aprendido de su sufrimiento, y en lugar de devolvérselas, se ofreció a enseñarle a nadar.


Aquel día todos se divirtieron de lo lindo jugando en el lago. Pero el que más lo hizo fue el zorro, que con su ingenio había conseguido bajarle los humos al vanidoso canguro.

                                                          
 Pedro Pablo Sacristán.
MORALEJA A LA QUE HEMOS LLEGADO TRAS LEER, DEBATIR Y PENSAR CON ESTE CUENTO:
Sachi: - Nos enseña que no te puedes burlar de los demás porque después te quedas en ridículo.No puedes juzgar a los demás si tú no te has visto primero.
María: - Que nunca hay que burlarse de los demás porque hay gente que no es como el pingüino y te podrían hacer mucho daño. 
Kiko: - Pues que como tú te burles se burlarán de ti. Pero el pingüino, como era buena persona, no se burló del canguro y le enseñó a nadar poco a poco.
Isabel: Todos somos buenos en algo.

lunes, 20 de mayo de 2013

jueves, 16 de mayo de 2013

CUENTO PARA PENSAR: EL ELEFANTE




“No te des por vencido antes de ser vencido” 
(Jorge Bucay, psicólogo y escritor argentino) 

¡Os tenemos algo abandonados! Estamos inmersos en un montón de trabajo y nos hemos dado cuenta que llevamos sin escribir en el blog demasiado tiempo. Hemos aprendido y ¡no volverá a ocurrir!.

Aquí os proponemos uno de nuestros cuentos para pensar. ¿Os ha pasado algo parecido alguna vez?...

¿ CREES QUE NO PUEDES ?


Cuando yo era chico me encantaban los circos y lo que más me gustaba de los circos eran los animales.

También a mí, como a otros, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente. ¿Qué lo mantenía entonces? ¿Por qué no huía?


Cuando tenía cinco o seis años todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro o a algún adulto por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que no se escapaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia. Si está amaestrado... ¿Por qué lo encadenan?
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio para encontrar la respuesta.
"El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño".
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que seguía...
Hasta que un día (terrible día para su historia) el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante, enorme y poderoso, no escapa... ¡Porque CREE QUE NO PUEDE!
Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sentía poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.
JAMÁS...JAMÁS...intentó poner a prueba su fuerza otra vez.


Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad.
Vivimos creyendo que un montón de cosas "NO PODEMOS" simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos.
Grabamos en nuestro recuerdo: NO PUEDO, NO PUEDO Y NO PODRÉ NUNCA...



Quizás hoy sea el día en el que haya que volver a intentarlo y, con esfuerzo, trabajo y constancia, igual nos llevamos una gran sorpresa y cambiamos el NO por un ¡SÍ!